Desde la psicología, se entiende a la salud mental como la capacidad creadora del ser humano. Eso incluye a cualquier arte y también al deporte. A mayor capacidad deportiva, mayor salud mental. Y eso también va de la mano con lo valores que se inculcan en el ámbito familiar, independientemente del deporte que se practique.
Valores como la honestidad, el compañerismo, la empatía, saber ganar y saber perder, entendiendo la competencia desde un punto de vista saludable y no como pisarle la cabeza a los demás, tienen mucho que ver con lo que se enseña en cada familia. A veces pasa que los padres les imponen a sus hijos que deben ser los mejores en todo. Y eso habla mucho de sus propias frustraciones, porque a su vez fueron criados por padres que les exigían eso. Por eso, como padres debemos tomar consciencia de nuestras propias crianzas y de la forma en la que nos hemos vinculado afectivamente con nuestros propios padres, para ver qué cosas queremos repetir y cuáles queremos transformar. Y el deporte le brinda al niño o al adolescente una oportunidad de transformar esa realidad. Si en la casa no se lo han enseñado, allí puede aprender a ponerse en el lugar del otro, a respetar a sus compañeros y a sus rivales, etcétera.
Ojalá episodios como este que sucedió en Lawn Tennis sirva también para enseñarle a los padres la importancia de transmitir ese mensaje y de entender que podemos ser mejores transformando lo que nos viene heredado y que no es bueno, para poder mirar al otro tal cual es. Como mi par, como mi igual, porque nadie es más que nadie.